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L'hiver est à venir...




sábado, 18 de febrero de 2012

9º Relato - Ángel, de Dinámene Miranda L.

Ángel

A esa cosa que sentí, la opresión en el pecho cuando trataba de respirar de seguro también fue esa cosa, la falta de ideas ante cualquier mínima pregunta de seguro también fue parte de esa cosa, el dolor al enterarme que ni siquiera recordaba mi nombre de seguro fue esa cosa, y aquel montón de sensaciones que se me vinieron encima también fue esa cosa, lo sé, aquella cosa que algunos y todos, incluyendo aquellos que no lo conocen, amor. No hay duda, el amor es lo que hizo de mi corazón su centro y su eje y movió mi centro de gravedad, y rompió los límites que me habían guardado desde hace tiempo, y quebró los cristales. Aquello fue el amor, lo sé.
-¿Ángel, crees que hoy veamos a Karla?
Mi hermano gemelo está ahí, con el cabello castaño y largo parecido al mío aunque más largo, aquellos ojos oscuros parecidos a los míos pero regularmente amables y simpáticos, aquel cuerpo que tanto se parecía al mío cubierto con ropajes extraños incluso para mí.
-No, no creo. Es el primer día de clases y es difícil que la vea.
-¿Y si te busca?
Éramos 20 personas en aquella aula pintada de blanco completamente, con aquellas bancas grises que hacían que fuera tan armonioso el lugar y aún así insípido. Pero ella iluminaba el lugar con su sola presencia, aquella sonrisa traviesa e inocente que me hacia sonreír, aquellos ojos chispeantes detrás de los lentes que brillaban de emoción, aquel largo cabello oscuro que sujeto en una coleta alta cobijaba su cuello blanco, Amaranta, ella era tan linda.
-¿Vas a volver a verla?
-No creo.
Karla era la chica que desde el semestre anterior gustaba de mí, comentaba cada chiste que hacía con una linda sonrisa, e incluso alababa mi torpe música. Se la pasaba platicando conmigo de cualquier cosa y realmente me caía muy bien, era muy simpática y muy linda pero no sentía nada por ella, al menos no con la intensidad con la que estaba amando a esta chica que no se había vuelto una sola vez a mirarme.
-Ángel, si no quieres que ella te siga será mejor que le dejes claro que no te gusta. No creo que sea buena onda de tu parte que la mantengas detrás de ti. Ella es una chica con sentimientos y no se merece eso.
Como siempre, mi hermano hablando de Karla, parecía que le gustaba demasiado a él pero hasta ahora no lo había aceptado, siempre al pendiente de ella, de cada gesto suyo, de cada sonrisa, incluso de cada palabra. El mundo a veces es injusto. Mucho, diría yo.
Cuando llegó a casa mi hermano ya está ahí, yo he tardado porque fui a comprar un regalo para el cumpleaños de Karla, mi hermano ya lo tenía así que me dejo ir solo. Estoy empapado, empezó a llover justo cuando salía de la plaza, Edgar me espera con la gran sorpresa de que consiguió que Amaranta se uniera a nuestro equipo en Artes Plásticas. No es la gran cosa para mí, nunca he sido bueno en ello, mi hermano es un artista en eso, yo soy el músico, fuera de eso no tengo ningún otro talento.
-¿Qué compraste al final?
Edgar tiene su largo cabello sujeto con una liga rosa, y viste con una de esas togas raras que tanto le gustan más unos pantalones. Parece uno de esos maestros de yoga, cosa que en realidad practica todas las mañanas. Abro la bolsa que llevo en las manos y sacó un gran peluche que al final me gustó, una rana con un corazón. Edgar no se aguanta la risa.
Llega la noche inevitablemente, y la lluvia no ha dejado de caer, estoy listo para irme a dormir después de haber tocado un rato el piano que hay en la biblioteca mientras mi hermano lee un libro de un tal escritor irlandés que por lo que entendí estaba tan loco para hablar de cosas tan poco productivas en la vida. Digo, hablar del amor no nos trae una gran recompensa. Cuando me doy cuenta estoy en ese mundo que llaman sueño, y en ese mundo llamado sueño no está Amaranta, si lo pienso bien no la quiero cerca, no soy capaz de arriesgarme en un juego de tanto azar, un juego en el que la victoria no está asegurada. Camino entre aquellas bancas y lo que está frente a mí es aquella chica a la que ni siquiera soy capaz de hablarle, la chica por la que realmente siento algo. Nunca haré nada, el mutismo y la apatía es parte de mi mismo. Cuando despierto sé lo que soy aunque nadie me lo diga, sólo soy alguien muy cobarde que no es capaz de hacer nada para obtener el amor, eso es lo que soy y lo que quiero ser.
Karla está frente a mí, bromeando con mi hermano y mirándome continuamente, está más linda que de costumbre, mi hermano no deja de halagarla. Cuando le entrego su regalo y la felicito por su cumpleaños, ella me ve a los ojos y empieza a hablar.
-¿Y si mejor andas conmigo? Sería el mejor regalo que podría recibir de ti.
Todos alrededor me miran expectantes. Alzo la mirada, frente a nosotros, sentada en la mesa del fondo está Amaranta con sus amigas. El mundo se ha detenido de nuevo pero sigue su camino. Reacciono, es la primera vez en mi vida que me he sentido tan vivo.
-Lo siento. No puedo.
Y le sonrió. Las lágrimas empiezan a rodar por sus mejillas. Podría consolarla pero si lo hago entonces sólo la lastimaría más, y no quiero hacerlo, ella es una buena chica y no se merece que alguien como yo le haga daño, no pretendo hacerlo. Lo único que puedo hacer es retirarme. Mientras voy caminando siento que una mano me detiene por el brazo, mi hermano.
-¿Te estás retirando, verdad?
Asiento. Mi hermano tiene el camino libre. Me imagino que le parecía tan miserable, por eso se había mantenido fuera del asunto, pero por fin tenía su oportunidad, ojala la aprovechara.
Me detengo y pienso en Amaranta, si algo me ha enseñado aquella chica que me ha amado es que uno puede declararse, y tal vez llorar ante el rechazo, pero el mundo no se acaba ahí, lo sé. El mundo puede continuar a pesar de que alguien te lastime, eso es el chiste de la vida, y también el chiste del amor. Es posible. Camino hacia Amaranta, sé que puedo hacerlo.
-Hola- digo al fin después de mucho pensarlo.
-Hola Ángel- y me sonríe.
Esto es lo que es amor, esta felicidad. Puedo hacerlo. A lo lejos veo a Edgar consolando a Karla, y ella sonríe ante su amabilidad. Ojala ella también pueda ser feliz, al igual que yo.
Que hermosa es la nube
Que hermosa es la flor
Que hermoso el perfume,
que enciende el amor.
Que hermosa mañana
Que hermoso rubí
Que hermosa mi vida
Desde que te conocí.



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Esperamos que os haya gustado. ¡A votar

2 comentarios:

Muchas gracias por dejar tu sueño en nuestra pequeña nube.