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L'hiver est à venir...




sábado, 18 de febrero de 2012

4º Relato - Solo tú, de Nina-Neko


Sólo Tú


Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
¡aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él!
Del altar que le alcé en el alma mía
la Voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.
Aun para combatir mi firme empeño
viene a mi mente su visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!

(Gustavo Adolfo Becquer)

Una vez más, Jake cerró el pequeño libro que tantas noches le había hecho compañía. Y como siempre, aquel infausto verso al que se había aferrado volvió a arrancarle las lágrimas que caían brutalmente sobre las hojas desgastadas.
Una vez más se veía atrapado en el mismo sueño recurrente, Mayra se había marchado, había decidido olvidarlo y renegar de su amor de tres años para contemplar el país de las oportunidades y la libertad, para estudiar y ser “alguien” en la vida, como ella misma le había dicho.

Alguien” susurró el chico. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso el no era nadie? ¿Acaso no existía?
Ni siquiera todos sus millones heredados habían conseguido que la mujer que amaba permaneciera a su lado aunque solo fuera por conveniencia, aunque solo fuera por comodidad.
Desde aquel fatídico día, Jack se había convertido en un muchacho miedoso, aun más arrogante y grosero que antes, el amor que Mayra había insuflado en su interior haciéndolo vibrar con los más sublimes y maravillosos pensamientos había terminado por pudrírsele dentro, contaminando su alma, convirtiéndola en algo ruin, desgarrador y pavoroso.

El chico se levantó del sofá pesadamente, contemplando con aspecto sombrío el cuerpo desnudo de la chica que yacía recostada en la cama que estaba delante de él.

Repasó su silueta esbelta, admirando aquellos bultos turgentes y exquisitos, las aureolas que ahora descansaban de sus besos desenfrenados, los labios rosados. Aquella belleza de piel oscura brillaba bajo la media luz de la estancia, con su melena suave que bañaba esos deliciosos y delicados hombros.
Aunque, incluso con esos ojos verdes que siempre lo buscaban vehementes, Celine no resultaba nada más que una diversión, un mero y vano entretenimiento que ya había durado dos meses. Cuando Mayra lo había abandonado en su miseria y soledad, rodeado por tantos lujos, había sido aquella hermosa chica quien le había salvado, irónicamente se trataba de ella.

Jake no lo había planeado ni mucho menos, las cosas se habían dado de aquella manera.
Un día estaba triste y desolado en un lujoso restaurante en el centro de la ciudad cuando vio asombrado que Celine cogía la silla de enfrente y se sentaba en ella, observándolo con esa mirada sensual e inusualmente provocativa. No habría querido iniciar una conversación con ella, ¿con que objetivo? Mayra ya no estaba, no tenía sentido continuar viviendo, sin esos besos díscolos y arrebatados, esas caricias llenas de un furor contradictoriamente mesurado. Sin esas sonrisas de niña y ese carácter caprichoso y voluble.
¿Qué hacer sin ella? ¿Cómo sonreírle a nadie más?

Sin embargo Celine había logrado hallar las palabras adecuadas para seducirlo o puede ser que las atrevidas caricias por debajo de la mesa hayan sido lo de mayor peso, no lo sabía. Solo se enteró de lo que había hecho a la mañana siguiente, cuando al despertar se había hallado a sí mismo en un departamento desconocido, aferrado al calor de un cuerpo también desconocido pero glorioso y terriblemente tentador.

Después de esa noche, las visitas a Celine se hicieron cada vez mas frecuentes, cada vez mas desesperadas.

¡Maldita sea! — Pensó Jake, mirando despectivo aquella fotografía de Mayra— ¿Qué culpa tengo yo de que esa condenada Celine esté tan…”

Se detuvo, de pronto le pareció que la sonrisa muda de Mayra en la foto lucía vaga, fingida, ni siquiera parecía cómoda con su brazo atravesado en esa diminuta cintura. Y se cuestionó ¿desde cuando había dejado de amarlo?
El desenlace de aquel amor que le había obsequiado una especie de vida pasajera y vulgar se había visto marcado casi desde el comienzo y él ni siquiera lo había sospechado. Ella se había marchado. No volvería nunca más, su falsa promesa era una hipocresía y una burla mediocre y tonta.

Ahora le parecía un sueño, una mentira o una broma cruel, saberse destrozado, ahogado en el alcohol y el juego, consumido por un millón de interrogantes y atrapado en los fascinantes ojos de Celine.

Incluso Jordan lo había notado, había visto el vicio tan grande que hacía de él un guiñapo, un títere a merced de sus emociones, y ese vicio tenía un nombre: Celine.
Su mejor amigo le había hecho ver que estaba equivocado, que sus encuentros furtivos con ella no eran más que un engaño, un tonto y falso sentimiento que requería tanto solo para recordarle el vacuo amor de Mayra.

<<“Yo sé por que estás conmigo” le había aseverado Celine, recostada en su pecho después de que el fuego y el ardor de la pasión se hubiesen consumido.

Pero se equivocaba, ella y Jordan se equivocaban. Celine no era parecida a Mayra en ese aspecto, si hubiera querido a alguien idéntica a esa que se había alejado sólo para recordar su forma de ser en la recamara no lo habría buscado en Celine.
Ella era diferente, sumamente abrumadora, provocativamente directa, agresiva y ardientemente salvaje.
No, él había caído en sus promesas seductoras, embrujado por completo por aquellos encantos nocturnos que ella le mostraba siempre que él quisiera.
Le gustaba, Celine le gustaba aunque solo fuera para un par de horas, necesitaba admirarla, contagiarse con esa urgencia sexual latente, observar su cuerpo vestido con piel de pasión, excitarse con el ardor de sus labios, hacerla suya completamente.

El que Celine fuera la hermana gemela de Mayra no tenía nada que ver.
O al menos eso era lo que él prefería pensar…

Una noche más, Jake se encontraba solo entre las frías y vacías paredes de aquel departamento lujoso.
Sobre las sábanas, sintió unos dedos extraños surcando los montes de su piel y el peso de un cuerpo liviano montándolo suavemente.
Los labios húmedos y ese aliento delicioso tomaron su boca, provocándole una descarga eléctrica en todo el cuerpo.
Algo lo hizo elevar las manos y tomar la cintura de aquella chica que había irrumpido en la recamara, su piel desnuda era como una seda, y los cabellos lacios que le cayeron sobre sus mejillas poseían una fragancia fina.

Abrió los ojos, sobre él se encontraba una excitada y encendida Mayra, mirándolo hacia abajo con esas pupilas verdes que brillaban como gemas, sonriendo sinuosa y pervertida. Quizás como nunca la vio con anterioridad, Mayra no era exótica, no era de las que decidían aparecerse completamente desnudas y escabullirse entre las sábanas.
Pero ahí estaba, ese rostro ruborizado, esa lengua juguetona que lamía su lóbulo derecho.

Mayra…—susurró, pero lo chica lo hizo callar con la mano, se acercó a él y después de liberar sus labios, ésta los lamió cadenciosamente, al tiempo que una de sus manos bajaba con lentitud, acariciando cada área por la que pasaba.
Jake se sintió absorto, extasiado y exuberante.

¿Qué hacía Mayra ahí? ¿Por qué lo buscaba después del rechazo que le hizo?

Eran preguntas que no le importaban, en esos momentos simplemente estaba interesado en los finos y atrevidos movimientos de aquella chica que le había hecho sufrir durante un largo tiempo.
No había noche ni día que él no la recordara y derramara todas las lágrimas que lograba sacar-que eran relativamente pocas-, tal vez por que ya estaba cansado de llorarle, tal vez por que ya no tenía más lágrimas que dar.

Mayra besó y lamió todo su cuerpo, despojándolo ordenadamente de toda la ropa.
Primero una camisa, después la playera, observando con morbo la piel que se le ofrecía a la vista, y luego bajar para deshacerse de aquel molesto pantalón y proseguir…

Sus besos no eran como los recordaba, las caricias, a pesar de ir cargadas con una intensidad latente no conseguían excitarlo. Pero ahí estaba, lo que tanto había pedido, era Mayra.

Mayra…

¡Mayra!

No supo como, ni porque, pero había arrojado a Mayra lejos de la cama, la chica había caído bruscamente al suelo, y ni siquiera entonces, con la visión completa de su cuerpo desnudo, logró excitarse de nuevo.

En esos instantes Mayra se levantó, llorosa, y pese a su desnudez, se abalanzó en su contra con una daga en las manos que había conseguido de algún lugar desconocido para él.

Yo te amo ¿entiendes? Y debes permanecer conmigo siempre. ¿Acaso crees que permitiré que sigas traicionándome con mi propia hermana?

Jake no pudo hacer nada contra su ataque, la daga había atravesado su carne, los goterones se deslizaban por su piel desnuda y sudorosa. La muerte estaba rondándolo.
Su última visión fué extraña, absurda.
La desnudez de oro de Mayra, su piel oscura que la luna iluminaba con aquella mortecina luz letal.
Y luego Mayra, tomándolo de los hombros, con el rostro contorsionado y terrible, esas ojeras, esas arrugas. El cabello enmarañado. Esa boca desfigurada que gritaba su nombre.

¡Jake… Jake! ¡Jake despierta! —

Jake abrió los ojos, frente a sí se encontraba Celine, sus delicados labios estaban desviados hacia abajo y su cara llena de consternación.
Lo tenía tomado por los hombros y gritaba su nombre en un intento por desvanecer el sueño que había hecho al hombre que amaba, gritar de aquella manera.
Si, lo amaba. Lo amaba pese a todo y seguiría amándolo.

¿Jake, estás bien? —Le preguntó, el chico la observó atónito. Y sin saber por que, la obligó a fundirse en un clamoroso abrazo. — ¿Qué pasa Jake, tuviste un sueño?
Tuve una pesadilla—murmuró— Soñé que hacía el amor con una chica
¿Eso es una pesadilla? —Cuestionó la joven, intentando verlo a los ojos, pero él se lo impidió, no quería romper aquel abrazo
Sí, una terrible pesadilla siempre y cuando esa chica no esas tú, sólo tú…

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2 comentarios:

Muchas gracias por dejar tu sueño en nuestra pequeña nube.