El hombre de mis sueños
Nuestra primera cita fue una noche en un elegante café de París. Me senté frente a él sin saber quien era, pero él parecía si saber quien era yo. Caballerosamente, me saludó poniéndose de pie con una hermosa sonrisa en el rostro. Volvió a sentarse cuando respondí a su saludo y me senté en la silla frente a él.
-Tardaste bastante- reclamó sin dejar de sonreír- pensé que pasaría otra noche esperando en vano.
-Sólo hoy escuché tu llamado- le respondí siendo sincera y miré alrededor- Me gusta el lugar ¿Quién lo eligió?
-Fuiste tú- dijo casi riendo- A mi también me gusta…
Conversamos largo rato sobre el paisaje, proyectos, intereses, gustos y disgustos para comenzar a conocernos. Se puede decir, simplemente, que él me encantó. La mañana me sorprendió, no quería despertar. Deseaba seguir durmiendo, seguir soñando con aquel hombre encantador e increíble. Pero las obligaciones de la vida cotidiana llamaban.
Seis semanas pasaron sin que volviera a soñar con él. La universidad me tenía muy ocupada, además estaban mis compromisos familiares y también con mis amigos, en fin, por la noche me dormía profundamente sin ganas ni de soñar. Pero una vez finalizados mis exámenes volví a pensar en aquel hombre de cual ni siquiera sabía el nombre, pero me sentía conocer más que a mi misma.
-Será porque es parte de mi imaginación, yo lo creé- me reí antes de meterme bajo las frazadas pensando en él, añorando volverlo a ver.
El sol descendía con rapidez para hundirse en el mar, y el cielo comenzaba a pintarse con diferentes tonos de rosa. Desde el césped, bajo una palmera en la cual apoyaba mi espalda, disfrutaba de la puesta de sol oyendo suavemente el mar. Mi corazón estaba en completa calma unos segundos antes de divisarlo caminando por la orilla de la playa. Nos separaban muchos metros pero mis piernas, ansiosas por el re-encuentro, me llevaron a gran velocidad a su lado.
-¡Viniste!- la sonrisa dibujada en su rostro me emocionó y la calma de mi corazón desapareció, convirtiéndose en una vertiginosa sensación de felicidad.
-Me mataban las ganas de verte- confesé- pero estaba tan preocupada y ocupada por mi deberes que ni siquiera podía descansar, menos aun soñar.
-Te comprendo- dijo tomando una de mis manos como si fuera algo común entre nosotros- También he estado absorbido por mis obligaciones, pero lo importante es que ahora estamos aquí y podemos disfrutar de este hermoso paisaje- alzó nuestras manos para señalar la playa y el ocaso que se extendían frente a nosotros.
Caminamos por la arena mojada oyendo las olas que reventaban en las cercanías, sintiendo la brisa y el olor del mar ¡Todo parecía tan real! Por un momento disfrutamos de lo que nos rodeaba, la paz y tranquilidad que el paisaje nos brindaba, pero pronto nuestra atención se centraba en el otro. Quiso saber cómo iba en la universidad, cómo estaba mi familia y quienes eran mis mejores amigos. Le hice las mismas preguntas tentando a mi imaginación, a que golpeara mostrándome que no podía crear a mi hombre perfecto realmente, aunque después de un rato olvidé que era un sueño y me parecía hablar con alguien real en un lugar real.
La segunda cita acabó rápidamente al sonar el despertador. La tristeza quiso apoderarse de mí cuando abrí los ojos y vi mi solitaria habitación, pero entonces pensé en lo increíble que había sido todo a su lado, el paseo por la playa, el hermoso atardecer acompañado de un crepúsculo aun mejor, su mano firme entrecruzando sus cálidos dedos con los míos. Ese día me levanté feliz.
-Estás loca- me dijo mi mejor amiga cuando le hable del hombre de mis sueños- debes dejar de leer novelas antes de dormir o tendré que llevarte a un psicólogo- Sonó a broma, pero mi interior, muy en lo profundo, en un lugar que deseaba ignorar completamente, me advertía que era mejor tomar eso en serio, no debía volver a hablar de alguien irreal frente a los reales.
Las cosas no iban bien en mi casa, discutía constantemente con mi madre, aunque casi nunca conociera realmente el motivo de las discusiones. Además cada noche gritaba a mi hermana para que apagara la música así yo poder dormir tranquila. Pero las discusiones con mi madre y los gritos a mi hermana sólo provocaban que me acostara intranquila y enojada y no pudiera pensar cosas buenas antes de dormir.
-¡Desapareces muy seguido!- me reclamó cuando nos encontramos en un oscuro callejón- ¿Y qué es este lugar? Hace días que cada vez que te busco me veo en sitios oscuros y no te encuentro por ninguna parte. Me tenías muy preocupado.
Por aparecer de pronto me había sobresaltado, pero el miedo fue rápidamente remplazado por la alegría de verlo y de saber que estaba preocupado por mí.
-Lo siento- me disculpé acercándome para abrazarlo, se sentía extraño tenerlo entre mis brazos, sentirlo tan real y saberlo tan imaginario- últimamente no he dormido bien, he tenido muchas pesadillas…
-Con mayor razón debes buscarme… Cada noche estaré allí contigo para ayudarte a enfrentar tus pesadillas. Juntos podemos cambiar todo- sentí su rostro entre mis cabellos y una inmensa calma se apoderó de todo mi ser. Una calma que solo su compañía podía transmitirme.
El callejón desapareció y nos vimos rodeados por la ciudad en que viví de niña. En esa ciudad había una bella iglesia a la cual se subía por una escalera de piedra. Nos sentamos sobre la escalera, apegados uno al lado del otro, y frente a nosotros brillaba la luna. Dejamos de lado mis problemas y hablamos sobre nuestros deseos para el futuro.
Aprendí que siempre que lo deseara lo podría encontrar en mis sueños y eso me hizo muy feliz en un principio… Casi todas las noches me las pasaba hablando con él, recorriendo hermosos lugares, viviendo un hermoso sueño del cual no quería despertar, porque permanecíamos juntos de esa manera. Pero comencé a temer… No vivía la realidad, pasaba los días deseando dormir y encontrarme con él en mis sueños, solo pensando en él y nada más que él, un producto de mi imaginación solo existente en mis sueños. Y eso me estaba aterrando, mi vida se resumía a las horas de inconciencia a su lado en una realidad inventada por mi mente, por lo que tomé una decisión. Me dolía cada noche cerrar los ojos y desear no verlo, no soñar con él, pero era lo mejor. No podía seguir amando a un producto de mi imaginación, no quería seguir amando a quien sólo podía ver cuando dormía.
-Dime qué ocurre- me rogó tomando mi rostro entre sus manos para que lo mirara a los ojos, ellos estaban llenos de tristeza y tuve ganas de llorar, su tristeza era tan inmensa como la mía, aunque la mía sí era real y eso era aún más doloroso- Llevas días extraña, además no nos vemos tan seguido como antes y siempre te vas pronto.
-No puedo seguir…- otra vez estábamos en el callejón- Te quiero más que a nadie y eso me está volviendo loca. Cada noche a tu lado ha sido hermosa pero me ha apartado de la realidad.
-Lo sé- dijo dejando caer sus manos, pero yo seguí mirándolo a los ojos- También es difícil para mí. Lo he pensado bastante y no sabes las veces que quise no ser parte sólo de tus sueños. Yo quiero estar contigo también en la realidad.
-¡Pero no se puede!- le interrumpí con enojo- Ahora desearía no haber seguido esa… esa sensación, ese presentimiento, llamado o lo que fuera, que me decía que alguien me buscaba. Daría lo que fuera por no haberte buscado, por no haberte visto en ese café en París- ya no podía contener las lágrimas- ¡No quiero seguir amando a alguien que no es real! Quiero una vida normal, quiero amar a un hombre real…
-Yo soy tan real como cualquier otro- dijo con seriedad- te amo y si tú me amas cómo dices, podemos hacer lo posible para vernos en el mundo real. Sé que será algo chocante…
-¿Quieres volverme loca?- le grité, parecía estarse burlando de mí- Esto es demasiado- metí la cara entre mis manos- Necesito un psicólogo, no, mejor un psiquiatra…
-Dime tu nombre- pidió tomando mis manos apartándolas de mi rostro, me negué- Esto es estúpido- dijo casi riendo- llevamos meses y no nos hemos dicho nuestros nombres, nos conocemos casi completamente… Mi nombre es Raziel y soy un hombre de carne y hueso que no descansará hasta demostrarte que lo nuestro es real. ¡Hasta este momento no sabía que todo lo veías como un simple sueño! Creí que estabas enterada…- puso los ojos en blanco- Si me pongo en tu lugar, la ignorancia, también creería que es un locura todo lo que estoy diciendo así que… ¿Me amas?- asentí confundida por todas sus palabras- Entonces cuando despiertes busca información sobre el desdoblamiento.
-¿El qué?- fruncí el ceño aun más confundida. Tomó mi mano y sacando un lápiz de su bolsillo escribió sobre mi palma aquella palabra- ¡Eso no importa!- retiré mi mano y la cerré en un puño- Te dije que ya no quiero seguir con esto. Hoy quise verte para despedirme, por favor no aparezcas más en mis sueños- le rogué ocultando el dolor que la idea de no verlo más me provocaba.
-Si tú quieres no estaré más- me aseguró desviando la vista- pero debes saber que si nuestras almas se encontraron aquí lo volverán a hacer en otro momento. Además… Esto no es de locos.
Me quedé sola en el callejón y las pesadillas me quisieron atacar pero el bendito despertador me salvó. Me senté sobre la cama con tristeza, sentía que había perdido una parte de mí con esa ficticia despedida. Entonces abrí mis manos que estaban en puños y me sorprendí al ver una mancha de tinta azul sobre mi palma derecha. Entre sorprendida y asustada corrí al baño y prometí que comenzaría a ir al psicólogo.
Pasé meses tomando pastillas para dormir y cada amanecer era feliz de saber que mis sueños ya no se estaban apoderando de mi razón. Raziel no volvió a aparecer pues no soñaba. Pude continuar con mi vida tal como lo hacía antes del encuentro en el café de Paris. Pero mi alma sufría, aún no me creía el cuento de las almas buscándose, pero no podía negar que jamás pude sacarlo de mi mente menos aun de mi corazón. Jamás logré enamorarme de otro pues él era el hombre de mis sueños.
Habían pasado tres años. Caminaba por los pasillos de una hermosa librería cuando mis ojos se cruzaron con su mirada. Era él, estaba segura, esos ojos que tantas veces me miraron en diferentes partes del mundo, se volvían a fijar en mí. Quise llorar de emoción y de miedo sintiéndome una loca. Raziel sonrió acercándose mientras yo no sabía si correr a la puerta, a sus brazos o, simplemente, quedarme allí. ¿Era un sueño? ¿Había vuelto a soñar con él? ¿en qué momentos me dormí deseando verlo de nuevo?
-Hola ¿Qué haces por aquí? Creí que no querías volver a verme.
-¿Lo conoces?- me preguntó mi hermana que me acompañaba ese día en busca de un libro de regalo para mamá.
-Mi nombre es Raziel. Y tú debes ser Karla, tu hermana me hablaba bastante de ti…
-¿Hablaban? Supongo que esto es un rencuentro así que será mejor que me vaya y los deje solos ¿Nos vemos en casa?- Asentí y ella se despidió.
-¿Esto es real? O ¿Estoy soñando?- Dije encarándolo.
-¿Real?- se acercó y tomó mis manos entre las suyas- Te lo dije, nuestras almas se encontraron antes de tiempo en nuestros sueños, pero llegaría el día de reunirnos en carne y hueso. Veo que nunca investigaste la palabra que te dije- negué aun incrédula de que todo fuera real- ¿Quién era aquella que te amó mientras dormías? ¿Dónde van las cosas del sueño? ¿Se van al sueño de otros?- Recitó con voz calmada, la misma que llegó a decir que me amaba en sueños.- Es de Neruda y tú no los has leído porque no te gustan los poemas, entonces ¿Cómo podría tu imaginación saberlo ahora?
-Tal vez lo escuché… ¡Ah!- me piñizco el brazo con fuerza
-¿Estás despierta?- Lo miré con los ojos abiertos a más no poder.
-Eres real… eres real… Esto es imposible… Pero eres real…- quise reírme pues sentía mi alma y corazón, rebozar de alegría.
-Es real, somos reales. Nuestro amor siempre ha sido real. Mi alma y la tuya al parecer estaban desesperadas por encontrarse y no quisieron esperar hasta este momento por eso se adelantaron buscándose en los sueños. El amor verdadero traspasa cualquier barrera, ya sea física o espiritual. Yo te amo, siempre te amaré sea en esta vida o en otra.
Salimos de la librería y nos sentamos en una plaza que había cerca. Durante un largo rato me estuvo dando explicaciones sobre nuestros encuentros en los sueños, que era un don el hacer viajes en los sueños, el poder desconectarse del cuerpo y vivir sólo como almas mientras dormimos entre otras cosas incomprensibles para mí.
-Esto demasiado complejo y la verdad es que no me interesa encontrarle un sentido lógico, sólo quiero volver a ser feliz a tu lado. Ahora que sé que eres real quiero que volvamos a vivir en este mundo todos nuestros sueños, no quiero volver a perderte. Creo que todo esto es una locura, pero no me importa porque te amo, porque no quiero volver a estar sin ti, sólo contigo siento mi alma completa.
Las lágrimas corrieron por mi rostro cuando sentí sus labios sobre los míos, estábamos juntos, era real pero tan hermoso que resultaba onírico. Esta vez no dudé, no haría sufrir más a mi alma. Él era mi otra mitad, mi alma gemela y lo amaría siempre fuera en el mundo real o en el plano espiritual.
-Ahora que lo recuerdo, mi nombre es Elena- dije casi riendo- Aunque creo que no necesitamos nombres. Nuestras almas tienen un lenguaje especial para llamarse y no es nada más que el amor.
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ResponderEliminarCreo que a mí me quedan aun dos por dar así que me daré UN VOTO a mí misma :)
(Me queda otro voto y aun no decido a cual relato dárselo! x_x)