Otra vez
Lo primero que escuche fue una explosión ensordecedora. Me gire sobre el pasto y me oculte detrás de la roca. Tenía mucho miedo, el corazón me palpitaba velozmente y sentía las lágrimas rodar por mis mejillas, no quería morir, no hoy, no en este momento.
-Jane—susurra él, me mira con sus hermosos ojos verdes y toma mi mano entre la suya—estas soñando, esto no está sucediendo, vuelve, regresa.
Abro los ojos. El sol alumbra la habitación, hay demasiada luz, me cega, miro a mi alrededor, parece que todo se desvanecerá en cualquier instante.
Tocan la puerta, me levanto de la cama, siento como si flotara en cada paso que doy.
-Jane, hija ¿Me escuchas?
Abro la puerta y veo el rostro de mi madre sonriendo, respondo de la misma manera.
-Es tarde, despierta.
-Mamá es sábado—protesto.
-El trabajo voluntario, fue mi culpa…—suena preocupada.
-Sí, si, lo recuerdo. No es tu culpa, necesito dormir más temprano, lo siento.
Se marcha y en cuanto lo hace me apresuro a estar lista. Me arreglo me preparo y entonces de nuevo todo se esfuma.
Estoy con él, el chico de los ojos verdes, no hay nada a nuestro alrededor, solo pasto. Parece un paraíso, estamos solos.
-Cuando despiertes todo volverá a la normalidad.
Suelto risitas.
-Estoy bien—respondo—no me digas que esto es un sueño.
Parece tan perfecto aquí. Lo amo, eso lo sé. Sus manos acarician mi mejilla delicadamente.
-Te amo Jane, se fuerte.
En ese momento el ruido me exalta y veo a la corriente de niños pasar por en medio del parque, claro, el trabajo voluntario, eran niños huérfanos y yo me encargaría de ellos. Cuidarlos y entretenerlos, claro, no lo estaba haciendo.
-Espero soportarlo—murmullo y corro detrás de los niños.
El descanso ha llegado, reparto los lonches a los pequeñines y me siento con Ian en una de las mesas, observo a los niños y lo observo a él, no se a quién prestarle más atención.
-Te extrañaría…
Sonrió y pongo mis piernas sobre las suyas.
-Si te fueras, no sé qué haría…
-No me iré, Ian, no sé en que piensas, estoy contigo, nunca me alejare.
Suelta una risita, retira un mechón de cabello de mi frente que se había enredado con algo que no logre saber que era. Besa mi frente y acaricia mi rostro con ternura. Intento responder a la caricia, pero algo me ata, me siento amarrada y no puedo mover mis manos para nada.
-Ian ¿Qué sucede? Mis manos—comienzo a entrar en desesperación, no puedo moverme, deseo acariciarlo, mirar más allá, pero me es imposible.
Siento que las lágrimas comienzan a deslizarse lentamente, él la limpia de inmediato. Me toma la mano con fuerza, como si no deseara dejarme nunca.
Me mira, sonríe y me besa con más< delicadeza de la que debería.
-Te amo—musita con una sonrisa y se marcha.
El día de hoy ha sido demasiado extraño, es como mirar una película por segunda vez y sentir que han extraído partes, que las han borrado, experimentar sensaciones diferentes y escuchar palabras que antes no habías oído. Me sentía demasiado extraña.
Siento como si flotara una vez más, es igual al sentimiento de la mañana, floto sin nada a mi alrededor, como si me desmayara y despertara sin saber que sucede.
Giro mi rostro y allí está el, conduce a los niños hacia el autobús que los llevara de regreso al orfanato, pero sucede de una manera extraña una manera que me hace recordar lo vivido.
Los niños suben corriendo al autobús, Ian me mira con ojos rojos, el autobús avanza a una velocidad que no debería de ir, el ruido me ensordece los oídos, la gente en la plaza corre descontrolada, mi corazón palpita demasiado rápido, tengo miedo, tengo miedo de lo desconocido, entonces el cuerpo de la mujer cae sin más. La veo desplomarse en el suelo después de la ráfaga de balazos que inundan el lugar, la gente cae al suelo, ya sea para protegerse o cae sin vida. Veo las camionetas de armamentos rodear la plaza. Estamos en guerra y yo estoy en medio de ella. Voy a morir.
Y entonces escucho una explosión ensordecedora. Me giro sobre el pasto y me oculto detrás de la roca. Tenía mucho miedo, el corazón me palpita velozmente y siento las lágrimas rodar por mis mejillas, no quiero morir, no hoy, no en este momento.
-Jane—susurra el, me mira con sus hermosos ojos verdes y toma mi mano entre la suya—No nos va a suceder nada, saldremos ilesos de esto.
Nos ocultamos detrás de la roca, el me rodea con sus brazos.
-Te amo… regresa, no te vayas Jane ¡Te amo!
Lo miro desconcertada. Estoy aquí, a su lado… ¿por qué me pide eso?
Y entonces todo sucede tan rápido. La bala se estrella en su estómago, se contrae y suelta un grito.
-No te muevas, te encontraran.—me ordena.
Mis ojos están inundados en lágrimas.
-¡No Ian!
Y entonces guardo silencio, y siento la bala entrar en mi cuerpo…
Comienzo a parpadear una luz blanca me ciega. Estoy amarrada a todo, no puedo mover ni un centímetro de mi cuerpo.
Te amo… las palabras laten en mi cabeza como lo hace mi corazón, totalmente desenfrenado.
Una enfermera mira mi rostro. No morí, estoy viva.
-¿Dónde está Ian?—es lo primero que susurro.
Ella me dedica una débil sonrisa y la puerta se abre.
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Esperamos que os haya gustado. ¡A votar!
Doy un voto para este relato =)
ResponderEliminarAl principio me costó un poco entenderlo, pero al final me gustó mucho. *-*