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L'hiver est à venir...




sábado, 18 de febrero de 2012

8º Relato - Crinale, de Galena


Crinale; un planeta muy humano

Lorcan estaba siendo sometido a tratamiento otra vez y Dapren observaba el procedimiento a través del cristal que formaba el cuarto en el que lo retenían. No le gustaba la manera en la que los xenógilos lo trataban, pero por supuesto, no había nada que ella pudiera hacer para detenerles, al menos no directamente.
Desde que los exploradores habían conseguido un humano todo Crinale estaba expectante. Ciertamente averiguar que hay vida en otros planetas a parte del tuyo es algo fascinante y si además consigues traer una muestra de los seres vivientes que lo pueblan la cosa se crece. La cuestión es que Dapren como xenógila entendía ese entusiasmo que sus compatriotas sentían, pero ella también podía entender como se veía la situación desde el lugar de Lorcan. Un escalofrío la recorrió al imaginar que fuesen los humanos los que la tomaran a ella a modo de objeto a investigar, después de todo lo que Lorcan le había contado no le gustaría ni lo más mínimo caer en las manos de esos monstruos.
Prueba finalizada —dijo la monótona voz de Nairno.
Lentamente, el cuerpo de Lorcan dejó de elevarse sobre su cama y comenzó a descender a medida que se despertaba del sueño inducido. Así era como conseguían extraerle información, sometiéndolo a simulaciones que le hicieran recordar. Como efectos secundarios había mostrado sentirse agotado, débil, con perdidas de memoria leves, nauseas y dolores de cabeza crónicos. No era lo que uno desea experimentar nada más despertar.
Dapren, atiéndelo —ordenó Nairno deshaciéndose de su bata violeta.
Él al igual que los demás miembros del equipo, todos hombres, abandonaban el edificio de investigación y se iban a casa después de llegar al fin de su jornada laboral, por el contrario Dapren se quedaba para atender el sujeto 0227. Antes de que los demás xenógilos se fueran Dapren se coló en el vestuario y se hizo con su morada bata que tanto orgullo le había proporcionado años atrás, cuando consiguió acceder a la base de investigación. Se vio en el pequeño espejo de su casillero y frunció el ceño ante su piel clara y azul. Unos ojos de un azul aún más claro le devolvieron la mirada y cerró la puerta del pequeño armario enfadada por sentirse tan anormal. Recogió su melena plateada en un moño y tomó la bandeja que tenía preparada antes de entrar en el habitáculo en el que Lorcan vivía.
Ya estoy aquí —le informó.
Él todavía estaba tumbado en la cama, incapaz de levantarse. Después de cada sesión la recuperación se hacía más difícil. Dapren se acercó a la cama y con un paño húmedo le retiró el sudor de la frente, donde la negra cabellera de su paciente se enredaba.
Lorcan abrió levemente los ojos y observó como Dapren lo atendía con una expresión que no podía ser otra que la de preocupación. Ese día su cabello iba recogido en un moño mal hecho, como siempre y Lorcan se preguntó si algún día llegaría a poder ver ese fascinante cabello libre de ataduras.
Estoy bien —aseguró él, que intentaba levantarse.
Debes descansar —le reprendió ella, sin embargo lo ayudó a sentarse en la cama. Dapren conocía demasiado bien a Lorcan como para saber que nunca haría uso de sus consejos.
¿Qué has visto esta vez? —preguntó ella.
Nada preocupante —mintió el chico.
Dapren descubrió su trampa y frunció el ceño, pero no dijo nada. Le acercó un vaso de agua fresca y él se encargó de vaciarlo, más tarde le ofreció un plato de gurgas y poco de pastel nafileno del que solo quedaron las migajas.
La segunda cosa más buena que tiene tu planta es la comida —dijo Lorcan una vez hubo terminado.
¿Qué es lo primero? —preguntó Dapren, que ahora recogía los platos vacíos.
Tú —contestó él mirándola fijamente.
Cambiarás de opinión ahora mismo —replicó ella sacando una inyección del pequeño estuche que siempre la acompañaba.
Tienes razón, la comida es lo único bueno —admitió Lorcan arrugando el rostro por el dolor que el pinchazo le había ocasionado.
Dapren se rió de él y enseguida lo ayudó a tumbarse cómodamente sobre la cama.
No quiero dormir, Dapren —dijo él haciendo que sus palabras sonaran más a una petición que a una afirmación.
Estás agotado, debes descansar.
Ya he dormido suficiente —señaló él.
Dapren lo miró con pena al saber que lo que temía Lorcan era volver a soñar.
Sabes que me quedaré contigo —le recordó ella sentándose a su lado en la cama y acariciando su rostro cubierto de incipiente barba; un fenómeno que le gustaba tanto como la sorprendía.
Por eso debo estar despierto, para aprovechar el tiempo.
Dapren lo miró intensamente y se le humedecieron los ojos.
He estado pensando en eso y… creo que deberíamos hacer algo —dijo intentando ocultar su llanto.
¿A que te refieres? —preguntó él confuso.
Bueno, como no consigo hacer que la gente entre en razón, podemos probar con la fuga.
¿Quieres que me fugue? —Repitió incrédulo y divertido— Sabes que esto tiene una gran seguridad, es imposible.
No, no lo es. Ya sabes que yo conozco muy bien el edificio y su funcionamiento.
No seas tonta Dapren, si me ayudas no te dejaran volver a ejercer, si no te llevan a la Kalima antes.
No me encerraran, quizá me suspendan de mi trabajo por un tiempo, pero ya está. Sabes que vivo más que un humano, no me pasará nada por perder unos años. Me encontraré a mí misma.
No, dejemos las cosas tal y como están. Puedo soportarlo —dijo Lorcan con decisión.
No, no puedes. Mañana Nairno saldrá antes con su equipo y cuando se suponga que yo vengo a atenderte saldremos los dos, para entonces los detectores ya estarán desconectados.
¿Cómo harás eso? —inquirió desconfiado.
Siempre se aprende algo si prestas atención a las palabras de Carimel, normalmente la gente no le hace caso por ser el hijo de Mafalia, pero ya ves, resulta útil.
Es un idiota —escupió él.
No digas eso, es él único que no te llama sujeto 0227 —le recordó Dapren con una mirada de reprobación.
¿Por qué lo defiendes?
¿Y por qué no?
¿Dejarás que él te ayude después de ayudarme a escapar?
¿Qué? No sé a que viene eso.
Dios, Dapren, no quiero que estés con él. La verdad, no veo que la situación esté tan mal, puedo quedarme aquí.
No, no puedes Lorcan, te matarán. Debo sacarte de aquí, ahora duermete.

***

Estaba en medio del mar y solo una frágil barca de madera me separaba de sus oscuras aguas. El sol se estaba poniendo y yo no sabía que hacía en medio del océano. No se veía tierra, ni ningún otro barco, ni ningún objeto en el mar; solo estaba yo con mi bote. Mi respiración se aceleró y mi cabeza empezó a arder al no poder encontrar una respuesta que explicara mi situación. Intenté recordar que había estado haciendo antes, pero no pude. Tampoco sabía como me llamaba ni quien era, mi cabeza punzó con dolor y mi corazón golpeó mi pecho, víctima del pánico.
Lorcan.
Alcé la cabeza con la esperanza de hallar a la mujer que había pronunciado esas palabras.
Lorcan.
Parpadeé y giré mi cabeza buscando en el infinito océano a algún ser que repetía esa palabra que pude identificar como mi nombre. Dapren. Mi corazón saltó en mi pecho y la imagen de una extraña mujer se dibujo en el aire frente a mí. Era hermosa, pero irreal. Su piel era de color azul y su pelo era parecido al plateado, de una tonalidad que no había visto nunca. El viento hacía que se agitara a ambos lados de su cara y pensé que era una diosa. Sus labios carnosos pronunciaron mi nombre y un estremecimiento me recorrió el cuerpo. Sus ojos eran grandes y de un color azul pálido que me resultaba muy familiar.
¿Dapren?
La imagen se alejó y me levanté del bote, ansioso porque volviera a acercarse. Sin embargo no lo hizo y ante el temor de perderla me tiré al agua en su busca.

Lorcan se despertó sobresaltado y con el corazón bombeando dolorosamente. Le costó un momento darse cuenta de que estaba en su cuarto, no el suyo realmente, sino aquel que le habían asignado cuando lo llevaron a Crinale.
Desarrolla fuertes sentimientos emocionales en poco tiempo. Su confianza es grande, propia de una raza inferior —dijo la monótona voz de uno de los crinalianos que lo sometían a prueba.
Cerré los puños por la rabia. No sabían absolutamente nada de los humanos pero eso no les impedía afirmar esos estúpidos juicios. Lorcan no sabía cual era exactamente lo que pretendían hacer una vez terminara el estudio, pero por las ambiciosas declaraciones de Nairno bien podían estar planeando invadir el planeta y sacar provecho de esas criaturas inferiores. Con un gruñido se sentó sobre la cama y vomitó lo que había comido ese día.
Bien, ha sido todo por hoy, podemos irnos —dijo la voz rasposa de su captor.
Levantó la vista y se encontró con Dapren, que le tendían un pañuelo.
¿Qué ha sido esta vez?
Nada malo —dijo sin mentir.
No importa, de todos modos hoy será la última.
Dapren, ya te he dicho lo que opino al respecto y…
Me da igual —lo interrumpió la chica. Otra vez llevaba el pelo recogido y Lorcan contuvo un suspiro.
No quería irse y alejarse de ella. Durante todos los meses que había estado encerrado en esas cuatro paredes ella había sido la única que lo había tratado como a un ser con sentimientos. No huía de su toque ni lo miraba como a un animal de circo. Tampoco hablaba como si él fuera tonto y no pudiera entender su propio idioma, es más, incluso había sido capaz de aprender el autóctono, pero eso no se tenía en cuenta para los estudios de los crinalianos.
Ya he preparado la ropa para que puedas ducharte, estarás más cómodo.
Lorcan entró en el pequeño cuarto de baño que tanto le había extrañado en un principio y se duchó mientras Dapren contestaba a las preguntas de Nairno sobre la salud de 0227. Con un suspiro de alivio Dapren vio como su jefe se alejaba y agradeció que no se diera cuenta de los sensores ni de las cámaras que habían sido desactivados. Ese día sacaría a Lorcan de allí, costase lo que costase.
Bien, ya estás listo —dijo cuando lo vio salir vestido con ropa limpia y el pelo mojado—. Nos vamos ya, el edificio está vacío ahora.
Dapren, creo que te estás adelantando. No va a ser tan fácil ¿Cómo voy a volver a mi casa? No se si sabes que está en el otro extremo de la galaxia.
No te preocupes, las naves tienen piloto automático; sabrán llegar.
Podría haber un fallo y entonces moriría en el espacio. Nada agradable, pienso yo.
No pensé que la razón por la que te negabas escapar era por cobardía. Sobre ese aspecto no puedo hacer nada, pero te aseguro que si te quedas morirás —dijo crudamente Dapren.
Sabes bien que no es por cobardía, Dapren. ¿Si me voy que será de ti? ¿Qué te harán? Y no me digas que nada porque nunca antes tu planeta se había visto en una situación igual. Además, caerías en las garras de Carmele.
Es Carimel —le corrigió ella.
Lo que sea, es idiota —decidió Lorcan con enfado.
¿Por qué le odias?
¿Por qué le aprecias tú? —preguntó él a su vez.
No te entiendo, Lorcan… —admitió Dapren cada vez más confusa.
¿No me entiendes? Pensaba que todo este tiempo habías estado estudiando el patrón de conducta de los seres humanos —ella asintió inocentemente y eso exasperó a Lorcan. Se acercó a ella y la sostuvo por los hombros—. Estoy celoso Dapren, celoso porque quieres echarme de tu vida y meter a ese imbécil de Carmele.
Es Carimel —tartamudeó ella.
¿Qué más da su nombre? Dime por qué quieres que me vaya ¿No me quieres a tu lado?
Sí, Lorcan, claro que sí, pero no si eso supone tu muerte. Eso no puedo soportarlo —Lorcan se acercó más a ella al sentir su llanto. Pegó su frente a la de Dapren y sintió que su corazón volaba ante sus palabras.
Entonces vente conmigo —rogó él.
No puedo, la Tierra no es lugar para mí, como Crinale no lo es para ti.
Bobadas, haremos que funcione.
Es imposible.
Entonces nos iremos a Marte, poblaremos otro planeta —bromeó él.
No podemos sobrevivir a las temperaturas extremas de tu planeta vecino.
Vayámonos a otro.
Sabes muy bien que la Tierra es el único planeta en el que encontramos vida —Dapren impidió a Lorcan contestar y continuó—. Lorcan, no funcionaría, no somos compatibles.
Claro que sí. No te preocupes, no debes temer a las personas porque yo te protegeré de ellas, podemos ir a Groenlandia, allí vive poca gente. O a Alaska.
Lorcan…
Dapren, hazme caso, si no lo intentamos nos arrepentiremos para siempre y vuelvo a recordarte que tu vida es más larga que la mía. Sería un sufrimiento horrible.
Antes de que ella pudiese replicar Lorcan juntó sus bocas y la besó desesperadamente. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de hacer eso y le encantó descubrir que Dapren lo deseaba también. Una sensación de euforia lo recorrió por entero y al separarse de ella vio en sus ojos el amor que sentía por él. Sonrió y la besó de nuevo, contento por su aceptación.

***

Dapren miró nerviosa a los lados para asegurarse que nadie los vería llegar a la aeronave que había alquilado unos días atrás. Lorcan iba cubierto con un gran peplo oscuro que solían vestir las mujeres de edad, lo cual le escondía de posibles viandantes. No obstante la calle estaba poco transitada y llegaron sin problemas, el peligro residía en que pronto se darían cuenta de que las cámaras y los sensores, así como los demás sistemas de seguridad habían sido desconectados e irían a buscarlos. Nairno no tardaría en relacionar a Dapren con la huída y el castigo era inimaginable para una situación como esa.
Sigue adelante, no te pares —le ordenó Lorcan a su espalda.
Con las manos temblorosas, Dapren pasó una tarjeta por la ranura de la nave y esta se abrió, agitando el aire en la oscuridad. Lorcan la tomó por un codo y la subió a la nave, sin pensarlo se subió él también y cerró la puerta, una vez protegidos de la posible vista de los crinalianos se despojó de su manto.
Bien ¿y ahora qué?
Debemos conectar el piloto automático y programarlo para que vaya a tu planeta.
¿Tenemos comida?
No te preocupes por eso, está todo listo.
Entonces vamos allá.
A pesar de la prisa de Lorcan, Dapren no se movió. Miraba fijamente al frente y parecía estar en algún lugar muy lejano.
¿Dapren, va todo bien?
Sí… no sé. Nunca he salido de Crinale, y los humanos son…
No pasará nada, te lo prometo. Nadie te sabrá de tu existencia. Y si no siempre nos quedará Marte —bromeó él sacándole una sonrisa a su acompañante.
Sois demasiado inestables, cuando estés allí junto a otras personas que son como tú, te resultaré extraña y repugnante.
No digas tonterías. ¿Acaso yo te resulto repugnante? Es la misma situación y escúchame bien —le pidió levantando su barbilla—, Nairno y los demás no encontraban nada que les fuese de utilidad no solo porque su invento sea ineficaz, sino porque cada vez que soñaba con alguien, era contigo. Siempre aparecías tú de algún modo, en medio de la gente, entre las fotos, junto al río, en el parque de atracciones, en mi cuarto… siempre eras tú y nadie más.
Dapren se acercó a él en la medida que pudo y lo beso antes de abrazarlo fuertemente. Pusieron en funcionamiento la nave y despegaron hasta salir de la densa atmósfera que protegía el pequeño planeta crinaliano. Pasaron junto a sus lunas y viajaron con destino a la Tierra. O a Marte.

Fin

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Esperamos que os haya gustado. ¡A votar!

3 comentarios:

  1. Le doy mi voto !
    Creo que podemos votar las concursantes también no? Si no es así dímelo, espero tu respuesta para seguir votando.
    Una pregunta más: podemos votar nuestros propios relatos?
    Un beso, preciosa !

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  2. Perfecto, Alison. Me alegro de que votes. :) Tu voto está registrado y sí, podéis votar, incluso a vosotras mismas. ^^

    Besos,

    Cali.

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  3. ¡Hola Cali! Le dejo uno de mis votos a este relato :) ¡saludos!

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Muchas gracias por dejar tu sueño en nuestra pequeña nube.