Sin alma y con sangre. Capítulo II - Parte 1ª

¡Hola! Bueno, la verdad es que aún no sé vuestra opinión sobre los dos últimos capítulos de Sin alma y con sangre, pero bueno, ahí os va el quinto, a ver si se pone al fin más emocionante, la cosa.

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Capítulo II
Parte primera

Ahora sé lo que es

No me lo podía creer. Andy,  MI Andy me había cerrado la puerta en las narices. ¡No! ¡Qué digo! ¡Ni siquiera se dignó a abrírmela! 

Era indignante... Me había sentado en uno de los bancos que yacían bajo los sauces. Pensaba en qué había hecho para que no me dejasen entrar en mi propia casa. ¿Y ahora qué? ¿A dónde iría?

Si algo tenía claro, es que no volvería a donde Yui y los que se hacían llamar mis padres. No, esa sería la última cosa que haría.

"Piensa, Nady, piensa." Me decía a mí misma. Tal vez solo era un ataque de Andrey y los demás me dejarían entrar. Tal vez, al ver a Lucas se había acordado de Linda y me odiaba por querer sustituírla. Uff...

Intentaría entrar por una ventana, eso es. Y encontraría a Leylah, la cual me lo explicaría todo. A ver si salía bien. Me levanté, y noté una punzada de dolor en el brazo. Maldita rama... ojalá hubiese estado más atenta a las ramas y no al traidor de Lucas.

Corrí hasta la Torre de Deathley Graveyard. Allí, la rodeé buscando la ventana que quería, la de la cocina.

Me puse de puntillas y miré a ver si había moros en la costa. No, solamente mi amiga, como siempre inventando recetas de repostería.

Empujé la ventana y metí la cabeza, el torso y por último las piernas. Silenciosamente me acerqué a Leylah.

-Leyl... -musité.

-¡Ah!.-chilló ella.- Que susto, Nadie*... ¡Nadia!

Pegó un salto descomunal hacia atrás, lejos de mí.

-¿Que pasa, Leyl?.-pregunté, asustada por el respingo que ella había pegado.

-Vete...-dijo temblándole la voz.-Vete, Nadia, por favor.-al ver que yo no reaccionaba gritó, casi apuntándome con la cuchara de madera.- ¡VETE! ¡Vete, vete, vete!

Parecía que se había vuelto loca. Chillaba que me fuera con una mueca de terror en su rostro, que habitualmente siempre estaba alegre. Ahora sí que se estaba poniendo feo aquello. Noté que las lágrimas acudían aunque yo no las había llamado. Comenzaron a surcar mis mejillas, a la vez que yo corría en dirección a la puerta principal.

-¡Mierda!.-grité pateando el suelo una vez fuera. No iba a controlarme ahora, estaba fuera de mí.- ¡¿Pero alguien me puede decir QUÉ he hecho yo?! ¡Joder!

Me tiré contra el primer árbol que encontré y acurrucada, con las mejillas empapadas, me quedé dormida. Estaba rendida, de ira y de dolor.

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Me desperté. Era ya de noche. Sí que estaba cansada, sí. Me levanté de un salto. ¿Y ahora qué iba a hacer?

No... no me quedaba más remedio. No me apetecía dormir de por vida en la calle y no tenía dinero para sobrevivir por mi propia cuenta. Tendría que volver con Yui y sus "alabadores". Tendría suerte si se acordaban de mí.

¿Iba a entrar y simplemente saludar? Uff... tenía que pensar algo o no me dejarían entrar. Sabía perfectamente dónde estaba la calle y que casa.

Allí me dirigí.

***

Estaba haciendo la cena, puesto que Yui tenía que comer más que en las últimas semanas o... bueno, preferí no pensar en ello.

De golpe, sonó el estridente timbre. ¿Quién será a estas horas? Pensé.

-Ya voy yo, cariño.-le susurré a mi marido.- ¡Enseguida voy!

Me aparté de los fogones de la cocina y me limpié las manos en el delantal. A saber, seguro que era la vecina pesada del quinto.

Agarré el pomo de la puerta y abrí.

-Dios mío...-musité.

No... era imposible. No podía estar ahí.

Me llevé las manos a la boca y después le dí el abrazo más grande que jamás había dado. Uno de todos aquellos de los que había estado falta.

Mi niña. Mi pequeña Nadia había vuelto a casa.

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*No es que la llamen Nadie, es un diminutivo que se pronunciaría "Nadí".

Espero que os haya parecido tan tierno como a mí, jeje.
Cuando se me ocurrió la escenita pensé "¡Tengo que escribirla!". Jajaja.

¡Au revoir!