Andando bajo la lluvia. Capítulo II - Parte 2ª

Ahora me he emocionado con esta historia. Lo siento, jeje.

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Capítulo II
Parte segunda

Del pasado

-Podrías decirlo ahora.-apremió entre susurros. Aquellos ojos claros, en la oscuridad, brillaban con ansias.

-¿Decir qué?-preguntó una voz femenina.

-Podrías decir ahora que me quieres.-aclaró la otra voz. Algo decepcionada aunque con la misma excitación que antes.

La joven lo apartó de encima de ella y se sentó bien en el sofá.

-Yo... cómo te lo explico-se quedó pensando un rato. Dejando en vilo al chico con el que lo acababa de pasar tan bien-. No voy a decirte eso.-remató.

Una mueca de dolor cruzó la cara de Guille.

-Acabamos... acabamos de...-dijo sin terminar.-y... tú... es decir...-no conseguía expresarse con claridad. 

Había pasado un rato impresionante con aquella chica y resulta que en realidad, solo se había aprovechado de él para desahogarse.

-Oye... a ver... no digo que no te aprecie-intentó disculparse Antía-. Es que... simplemente ha sido una locura, ¿entiendes?

Se miraron a los ojos. Aquellas ganas irrefrenables de besarla habían menguado para él.

No comprendía por que las mujeres solían complicarse tanto la vida. La suya y la de los demás.

-No. No lo entiendo.-soltó bruscamente antes de depositar un beso en el cuello de la joven y marcharse de aquella casa.

"Que día tienes, niña, que día tienes." Pensó ella.

Primero lo de Bruno, y después resulta que uno de los chicos de la pandilla quería que le dijese dos palabras demasiado comprometedoras como para soltarlas por un rato loco.

Porque habían sido simplemente eso, ¿cierto?

Definitivamente, no había confusión. Solo había sido un rato para desahogarse.

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Había dejado de llorar. Al no estar ya en presencia de su amiga, casi no le importaba lo que había hecho.

Incluso se sentía bien. Recordaba el sabor a caramelo de café de los labios de Bruno.

El instante en que no había visto ni oído nada más. La mejor parte, fue cuando pensó que él se alejaría, cosa que no hizo hasta unos segundos más tarde.

Enroscaba el dedo índice en un mechón rubio de su cabello.

Sentada frente a una mesa de estudio y un libro de Matemáticas sobre ésta, no era capaz de concentrarse.

Cogió el móvil fucsia de su bolsillo y buscó en la lista de contactos por la B.

-¿Sí?-respondieron al otro lado del aparato-¿Quién es?

Pero las palabras se le atragantaron y no fue capaz de hacer nada más que apretar el botón rojo para colgar.

"¡Mierda, Sofía! Eres tonta." Se dijo a sí misma.

Apretó los puños con rabia. Quería tener claro qué iba a pasar, pero temía no poder averiguarlo. Toda la desfachatez que demostraba tener a veces, se esfumaba con el mínimo problema "grave".
Enfadada, intentó centrarse en las ecuaciones de segundo grado, cuyas cifras bailaban por las hojas, mezcladas con letras y con Bes dentro de corazones por todas partes.

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Sara caminaba por la Calle Real con un bolso beige colgado del hombro y ataviada con una minifalda de pana marrón junto con una blusa anaranjada. 

Se mordía el labio inferior. La semana no había ido muy bien. En clase la mayoría le habían hecho el vacío, sin ella saber por qué, durante los cinco días lectivos.

Sin contar los tres exámenes en los que había sacado una nota inferior a ocho, cosa que le atormentaba día y noche. Ella era más de sacar sobresalientes, al igual que Melanie.

Paró en frente de un escaparate de Bershka, donde vio una camiseta gris, con la cabeza de un lobo también gris. Le llamó la atención un maniquí vestido con una ropa que le encantaba.

Decidida a comprarse aquel "modelito", entró en la tienda y se dirigió a la chica que leía una revista tras la mesa.

-Perdona, me gustaría llevarme el modelo del maniquí del escaparate.-pidió.

-Búscalo. Está en esas estanterías.-dijo bruscamente señalando a un lado de la tienda.

-Muchísimas gracias. Has sido de gran ayuda.-comentó irónicamente mientras se daba media vuelta y caminaba hacia donde la chica había indicado.

Una vez allí,  encontró fácilmente la parte superior del conjunto, puesto que las otras camisetas situadas a su alrededor eran de tonos rojizos y oscuros.
Los shorts le fueron algo más difíciles, porque había también faldas y jeans del mismo tono.
Cuando por fin obtuvo todo de su talla, se apresuró a entrar en uno de los probadores. No había prácticamente nadie en el lugar, así que no tuvo que esperar para probarse la ropa.

Al ver que le sentaba bastante bien y le era cómoda, avisó a la joven de la caja que se la llevaría puesta. Pagó y volvió a meterse en el probador para cambiarse de vestuario.

Salió de la tienda con la ropa que antes llevaba metida en una bolsa de papel.

Siguió caminando por la Calle Real y, al notar que el sol le molestaba mucho en la cara, sacó de su bolso

unas gafas de sol amarillas y se las puso.

Avanzaba a paso ligero cuando oyó voces y risas provenientes de detrás.

-¡Hey, guapa!

No se inmutó. No era demasiado normal que alguien le dijese eso a ella, así que siguió hacia adelante, creyendo que la cosa iba con otra persona.

-¡Tú! ¡Sí, tú! ¡La de los shorts! ¡Eh!-siguió gritando el que parecía ser el cabecilla.

Sara, harta de que gritase, se sacó las gafas y decidió contestarle.

-¡Mira!-exclamó mientras se giraba con calma-¡No sé si va por mí, pero no quiero tener nada que ver cont...!

Frunció el ceño. Aquella cara le sonaba. Sara había parado de andar y los jóvenes se dispusieron a su alrededor.

-Sí, va por ti. Pero seguro que ahora has cambiado de idea.-su cara mostraba el gran ego que poseía y una gran sonrisa fanfarrona inundaba el rostro de el chico.

-No puede ser.-quedó callada unos segundos. Un nombre que debía estar ya olvidado se le vino a la cabeza.- ¿Alex?

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Espero que os haya gustado. =)
¡Au revoir!